lunes, 2 de julio de 2012

A 50 pies de altura, a 30 años luz,


De girasoles y perspectivas.
Dejas las células de música,
en la paz del violín te vas.
Lloro amuro el llanto en la diversidad.
El lunfardo se me viene encima y
el arrabal es un sueño que no descansa.
La violencia de la música constituida tangamente.
Así como un desencuentro, abajo se estira el bandoneón,
mano amiga a quien enredar lágrimas.
Las degüello en un abrir y cerrar de ojos
a 50 pies de altura, a 30 años luz, 
a imagen y semejanza me alcanzan las palabras.
Luz de los pies, con gravedades diversas.
La creación es dispersa.